La fructosa es un monosacárido (compuesto por una sola molécula de azúcar), que se puede encontrar de manera
natural en las frutas y otros alimentos. Se ingiere principalmente en forma de
sacarosa. La sacarosa, más conocida como azúcar común, es un disacárido
formado por glucosa y fructosa que, al ser ingerida, se separa en el
intestino en sus dos moléculas. También hay que conocer que, otra
posible fuente de fructosa es el sorbitol, un edulcorante que al ser
metabolizado por nuestro organismo puede generar este azúcar.
La fructosa debe ser absorbida por las células intestinales y metabolizada por nuestro organismo para poder ser utilizado. En el momento en el que hay un problema en su absorción o metabolización es cuando surge la intolerancia a la fructosa.
La fructosa debe ser absorbida por las células intestinales y metabolizada por nuestro organismo para poder ser utilizado. En el momento en el que hay un problema en su absorción o metabolización es cuando surge la intolerancia a la fructosa.
Hay dos tipos principales:
- La intolerancia genética a la fructosa (IHF)
La IHF es un error genético del metabolismo de la
fructosa que se da en una frecuencia de 1/20.000 personas. Cuando las personas que padecen IHF ingieren fructosa esta se absorbe con normalidad pero no puede ser metabolizada correctamente al carecer de algunas de las enzimas necesarias para ello. Por este motivo se acumulan productos
intermedios procedentes de su degradación que son tóxicos para el
organismo. Los síntomas que suelen presentar son escasa ganancia de peso en los niños, nauseas, vómitos,
deshidratación, disfunción hepática, hipoglucemia e ictericia. Estos síntomas suelen iniciarse con la introducción de
alimentos con fructosa (fruta, cereales preparados, etc.) en el lactante
y pueden mejorar con un diagnóstico temprano y un buen tratamiento
dietético.
Resumiendo es una situación rara, que se diagnostica, generalmente, a una edad temprana mediante test
bioquímicos y test genéticos. Aun que, en algunas ocasiones, el
diagnóstico puede ser más tardío porque los niños adquieren aversión a
los productos dulces o que contienen fructosa y no presentan estos
síntomas tan marcados.
El tratamiento a seguir ante la IHF es una dieta estricta sin fructosa
en la que no se consuma más de 1-2 gr. de fructosa al día ya sea en
forma de fructosa, sacarosa o sorbitol. Para poder seguir esta dieta
correctamente es necesario conocer que alimentos contienen fructosa y
que, por tanto, deben ser evitados. También se deben leer las etiquetas
de todos los productos que consumamos, aunque muy pocos alimentos
manufacturados pueden consumirse con seguridad teniendo IHF.
- La malabsorción de fructosa
Sin embargo, la malabsorción de la fructosa es una
situación mucho más frecuente, llegando a afectar a más de un 30% de la
población. En este caso, las células intestinales no son capaces de
absorber de manera total o parcial la fructosa, generando síntomas
gastrointestinales como diarreas, dolor abdominal, nauseas o gases. Esta
situación, que puede ser irreversible o reversible, se diagnostica
mediante un test de hidrógeno espirado.
En estos casos se debe de disminuir la ingesta de fructosa y sorbitol hasta un nivel que no provoque sintomatología. También hay que limitar la ingesta de alimentos con un contenido de fructosa superior al de glucosa así como alimentos que contengan mezclas de fructosa y sorbitol.
Si queréis una información más completa sobre la intolerencia a la fructosa y sobre el contenido en fructosa de los alimentos...